Por: Fernando Sánchez Dragó.
Que España ha pasado a ser un país habitado por asnalfabetos (con ese intercalada de asno) no es cosa que necesite ser discutida. Frente a la evidencia sobran las palabras, los argumentos y las conclusiones. Nadie lee y, como sostenía Stanislaw Lem, los pocos que lo hacen no se enteran de nada y olvidan inmediatamente lo que han leído. Escribir, lo que se dice escribir, y no juntar vocablos al tuntún sin el ensamblaje de la ortografía, la morfología y la sintaxis (por no mencionar la sindéresis) como se hace en las redes y en los recados telefónicos al uso de los tiempos, es cosa que aún intentan algunos con una sonrisilla de resignación colgada de los labios, pero no les sirve de mucho. Los escritores se han convertido en imanes cojos de un polo. Yo también. Nuestra actividad es onanística.
Anoto entre los vectores que nos han conducido a semejante decadencia los que siguen: el imperio de la televisión y sus sucedáneos, la aparición en mala hora de las cadenas privadas (y conste que yo milité en las filas de quienes, acogiéndonos al sueño de un pluralismo cultural que nunca llegó, las propiciaron), la invención de ese camelo que son los índices de audiencia, el fútbol (horresco referens), el tertulianés hablado en las tertulias (muletillas y más muletillas envolviendo tópicos), el politiqués hablado por los políticos (eufemismos y más eufemismos no vaya a ser que alguien −o todos y todas− se enfaden) y, sobre todo, sobre todo, sobre todo, la irrupción en nuestras vidas públicas y privadas de ese monstruo virtual de infinitos tentáculos que es la Araña.
Mis lectores, si los hay, ya saben que ése es el apodo puesto por mí a lo que más odio en el mundo: Internet.
Estimado Sr. Dragó
Suelo leerle con interés, y a veces simpatía, esta vez me ha defraudado. Las otras, si las hubo, las olvidé.
Aunque use el truco del vector, voy a entenderlo como causa. Y creo que yerra Ud. Sugiere que la causa es el síntoma, como la tos.
Ésta delata un mal inaudible, casi invisible, si no quiere verse.
Usted, debió notar la dilución de anacrónicas costumbres, como la curiosidad, la imaginación y la disciplina. Que solo florecen tras su cultivo.
Cambiar educación por contemplación, un poquito cada vez, ablandó las cabezas, y como la rana hervida, solo ahora y solo algunos aprecian el desastre.
Televisión ve quien no tiene nada mejor que hacer, atiende a todólogos y borricos quien carece de criterio o del impulso a informase.
Hasta un asno como yo comenzó a apreciarlo hace décadas, pude poco mas que quejarme con colegas, pero ¿y usted?
No llore por la leche derramada, que pudiendo, no le vi evitar. Afile sus mejores armas, que falta nos hace.
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La curiosidad y la imaginación yo creo que son innatas, si bien se pueden estimular. La disciplina sí que es un artificio completo que ha de ser aprendido. Todo esto brilla por su ausencia hoy en día. La falta de curiosidad quizá sea lo peor de todo, y lo más difícil de remediar. Si no se siente curiosidad va a dar igual conocer la verdad, y la consecuencia de ello, a menos que caiga la breva de una dirigencia inmerecida, va a ser una susceptibilidad de manipulación que, con un poco de mala suerte, va a convertir en esclavo al desinteresado de las cosas.
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No te lo compro. Lo que vemos en las teles y en la araña no son más que el reflejo de las políticas educativas e ideológicas de los sucesivos gobiernos. Eso, lo que en teles y Internetes vemos, es lo que hemos estado creando en las aulas y en los parlamentos.
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Puede verse muy amplia e interesante información al respecto en la frase SER EL REFLEJO DE puesta en mi blog Expresiones del Español, al que se puede acceder directamente haciendo clic sobre mi nombre.
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