Covid-19: Demasiadas incógnitas y mala gestión

Por: Josep Lluís Domingo.

Recientemente, este periódico me dio la oportunidad de expresar mi opinión sobre las actuales carencias de nuestro sistema sanitario y la tremenda falta de recursos económicos dedicados a la investigación en nuestro país. Incluí en el artículo unas pinceladas optimistas sobre el futuro inmediato de la epidemia, al menos en los países del llamado primer mundo, incluida España, y ahora me reafirmo en ello. No me cabe duda de que las primeras vacunas están ya al caer. Probablemente, la efectividad de las primeras aumentará con otras nuevas que se irán desarrollando, hasta llegar a la más o menos definitiva. Pero no van a tardar ni los doce o dieciocho meses que los agoreros que ignoran el tremendo potencial de la ciencia actual proclaman a los cuatro vientos.

También tengo la certeza de que habrá, más pronto que tarde, terapias antivirales efectivas para tratar a los pacientes infectados con Covid-19. Hace ya algunos años, que los científicos trabajamos con modelos in silico para detectar, entre cientos de moléculas, aquéllas que por sus características parecen ser potencialmente adecuadas y pueden pasar a investigación experimental. Esto supone una reducción de los plazos enorme. Se conoce ya perfectamente la estructura del Covid-19 y, por tanto, se pueden identificar aquellas moléculas susceptibles de ser potenciales vacunas eficaces. Por tanto, «sólo» queda comprobar su efectividad y, por descontado, su falta (o muy limitada) de toxicidad. Estos pasos no deberían suponer excesivo tiempo. Concluyo así la primera parte de este artículo, con un mensaje claramente optimista.

Por el contrario, soy muy crítico con la gestión de la epidemia, luego pandemia, desde el primer momento, y a distintos niveles. En primer lugar, una pregunta clave, y aún sin respuesta, es la propia aparición del virus. No me apunto, por falta de pruebas, a ninguna teoría conspirativa. Sin embargo, no me parece para nada descabellado que el virus pasase a la población por un error en algún laboratorio de investigación de Wuhan. Que el estudio de determinados virus en laboratorios era una potencial amenaza fue ya avanzado en 2015 por el doctor Declan Butler en la prestigiosa revista Nature (https://n9.cl/am6q). Ahora mismo hay un debate abierto entre si el Covid-19 es un resultado de ingeniería o no. Mientras unos lo cuestionan, otros como el profesor Luc Montagnier (casi nadie), virólogo de gran prestigio y Premio Nobel de Medicina por sus investigaciones sobre el sida, se han posicionado a favor. De todas formas, sea el Covid-19 un virus de laboratorio o no, no se puede descartar que por accidente/error pasase al paciente cero y significase el inicio de la epidemia en China. Ese país, por cierto, no tiene una gran credibilidad científica precisamente. ¿Quién se puede creer que, en un país de 1.400 millones de habitantes, e incluso peor aún, en una provincia (Huabei) de más de 40 millones de personas, el número de contagiados y muertos sea el que ha reportado? Sería inaudito, además en un país que no es de los más avanzados del mundo en medicina. Sin duda las cifras dudosas y el retraso en la comunicación de la epidemia al resto del mundo han sido en buena parte el caldo de incubación de lo que hoy tenemos en el mundo.

Un tirón de orejas muy especial para la Organización Mundial de la Salud (OMS). Una organización muy costosa de mantener desde su creación en los años 40 del siglo pasado. Cuando se ha encontrado frente al reto probablemente más importante de sus más de setenta años de historia, no han estado a la altura de las circunstancias. ¡Cómo no lanzaron una gran alerta generalizada ya mucho antes de proclamar la pandemia! Preventivamente muy mal. Y para más inri, enredados con debates tan inútiles como el uso de las mascarillas. La OMS y sus actividades deberán ser completamente repensadas y redefinidas. ¿De qué nos ha servido la OMS actual? Si hasta la serie documental Pandemic de Netflix nos daba pistas de lo que podía ocurrir.

Y la tercera reprimenda es para nuestro Gobierno. Actuaron tarde y mal, como demuestra que somos (Italia aparte) el país más afectado de toda la Unión Europea. Aquí se viene tratando la epidemia como si fuese una especie de plaga de Egipto o un castigo divino por nuestra forma de vivir, y por ello hay que resignarse y conllevarlo lo mejor posible. Pues no, señores, no. No es así. Solamente hay que echar un vistazo a nuestros vecinos europeos y plantearnos por qué estamos mucho peor que todos ellos. ¿Será por la dieta mediterránea? Pues no, será porque tenemos probablemente uno de los peores sistemas sanitarios de Europa, y digo sistemas, y no personal sanitario, que ése sí que está al nivel medio o superior que el de cualquier otro país. Ese personal ―las mareas blancas― ya hace años que venía advirtiendo de las escaseces de todo tipo que venían sufriendo, a causa de unos brutales recortes sin sentido. ¿Y quién les apoyaba entonces? Muy pocos, pero muy pocos.

Reflexionen por favor, los que ahora aplauden cada noche, dónde estaban cuando a los que ahora aplauden reivindicaban la recuperación del sistema de salud que teníamos, y la reivindicación no era para ellos, sino para todos nosotros. Hasta mofas recibían entonces. Sí, muchos kilómetros de AVE, muchos aeropuertos sin aviones, mucha fibra óptica, muchas ciudades de las artes y las ciencias, y mucho despilfarro en inversiones, al menos dudosas, pero las inversiones en sanidad, educación e investigación, los únicos pilares básicos para una sociedad que se aprecie a sí misma, han brillado por su ausencia, pero tampoco es que la gente se haya quejado mucho, porque parece anestesiada. Si una familia, porque han disminuido sus ingresos, debe decidir entre darse de baja de Netflix/Movistar, por ejemplo, o de las clases de inglés de un hijo, y decide lo segundo, menudo porvenir les espera. Apliquen el razonamiento a los recortes aplicados por nuestros gobiernos en los últimos años.

Sin duda, nuestros gobernantes no vieron venir la que se les venía encima, como por el contrario sí que lo hicieron los países de nuestro entorno. Además, mucho me temo que no han contado ni cuentan con los mejores asesores. Del llamado Comité Técnico, creo que con escucharles y verles un día, ya está dicho todo. La mitad hasta se han contagiado, incluido el propio Dr. Simón, quien o bien no seguía sus propias recomendaciones para evitar el contagio, o es que esas recomendaciones de poco servían. En cualquier caso, «el cazador, cazado». ¿Y el Comité Científico? ¿Quién lo forma? ¿Por qué no se publican sus nombres para que podamos cotejar sus currículos y comprobar si realmente son los mejores para esta situación? Claro que con un ministro de Sanidad como el actual, ¿qué podemos esperar? Sabe el ministro realmente lo que es un virus respiratorio y cómo se comporta. Siendo Licenciado en Filosofía, me permito dudarlo. Creo que nuestro país tiene personas extraordinariamente competentes que podrían haber sido nombradas inmediatamente ministro(a) de Sanidad en estos excepcionales tiempos.

¿No nos dicen que estamos en una guerra contra un temible enemigo? En una guerra de verdad, ¿acaso no sería un militar quien estaría al mando de las operaciones? Pues eso.

Por cierto, al igual que tenemos unos 47 millones de seleccionadores nacionales, ahora han surgido unos 47 millones de expertos en virus y pandemias. Que si mascarillas sí, mascarillas no. ¿Cómo puede haber debate sobre esto? Opción a) la mascarilla atrae el Covid (totalmente disparatado), opción b) la mascarilla es un placebo que no sirve para nada (qué pasa si la llevo puesta), y opción c) la mascarilla ofrece desde una mínima protección hasta una buena protección. Parece que poco hay que discutir al respecto. Al menos yo me quedo con la c).

Con todo, mucho más serio que lo de las mascarillas es el tema del confinamiento, para mí la parte más importante de este artículo. El confinamiento era una opción, pero no la única, y según algunos de los más prestigiosos epidemiólogos del mundo, no era necesario, al menos tan drástico y generalizado como el decretado por el gobierno español. Por ejemplo, el doctor John P.A. Ioannidis, catedrático de Epidemiología en la Universidad de Stanford, va a publicar de inmediato un interesante artículo, en el que entre otras cuestiones analiza la irrelevancia total del confinamiento para aquellos de menos de 40 años, ya que las posibilidades de morir por Covid-19 (salvo individuos con patologías previas) no son estadísticamente significativas. Otros investigadores (Samantha Brooks y colaboradores del King’s College de Londres) acaban de publicar en la revista Lancet, un artículo (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/32112714) sobre las graves consecuencias que la población va a sufrir tras ese prolongado confinamiento. No se lo pierdan, no tiene desperdicio. Esos artículos se los recomiendo también encarecidamente a Pedro Sánchez, Salvador Illa y a sus asesores de los Comités Técnico y Científico. Es terrible lo que el artículo de Lancet pronostica que va a ocurrir psicológicamente. Por otra parte, no olvidemos las consecuencias físicas de ese durísimo confinamiento. ¿Cómo se controlan actualmente los pacientes crónicos: diabéticos, hipertensos, insuficientes renales, gentes con cáncer, con problemas hepáticos, asma, etc.)? ¿No se dan cuenta de las graves consecuencias, económicas aparte, que la duración del confinamiento va a producir en la población general? Se acerca otra prueba de primer nivel para los pobres sanitarios, ya agotados ahora mismo.

Mal, muy mal. Fijémonos en Austria, Alemania, Holanda o Dinamarca, por ejemplo, o Portugal, aquí al lado, por no pensar en Suecia. Pero, claro, Spain is different y hay que hacer valer el eslogan. Y una sugerencia, en lugar de tener que escuchar por radios y televisiones tanto tertuliano experto en todo pero en realidad en nada, matemáticos que igual sirven para pronosticar el tiempo que la evolución de la pandemia, economistas que no vieron venir el crack del 2008 y ahora asustan a la gente con lo que va a venir. ¿Cómo lo saben?, ¿es que en el 2008 se compraron una bola de cristal? Si no vieron venir aquello, qué nos van a contar ahora, si nada está escrito. Por favor, dejen a la gente en paz, que ya tenemos lo nuestro. Y las televisiones, que inviten a expertos de verdad a que expliquen cosas tan simples como qué es un virus, si tiene patas y anda, si tiene boca y muerde, etc.; cosas muy, pero que muy básicas pero que, por desgracia, la mayoría de la gente desconoce. Hay quien hasta desinfecta el periódico antes de leerlo, no sea cosa que el virus se esconda en el papel. Sobran expertos en nada y falla la más mínima información, que, si es realista, seguro que va a animar a la gente. Por cierto, les adjunto una web internacional donde pueden hallar información interesante (https://mises.org/es). Hay mucho futuro por delante y la ciencia ayudará. Suerte para todos.

Fuente: https://www.diaridetarragona.com/tarragona/Covid-19-Demasiadas-incognitas-y-muy-mala-gestion-20200425-0052.html

3 comentarios sobre “Covid-19: Demasiadas incógnitas y mala gestión

  1. ¿Son la sanidad griega y portuguesa, entre otras, mejores que la española?
    No.
    Sin embargo, la epidemia no ha causado en ellos, ni de lejos, los estragos a que nos ha condenado en España este gobierno indecente. No previno a los hospitales a tiempo, a pesar de disponer de información suficiente, no anticipó la compra de pruebas, ni de respiradores, ni de mascarillas; no hizo nada de lo que hubiera servido para contener la epidemia a tiempo, todo lo contrario.
    No hay sistema sanitario, por bien dotado que esté, capaz de lidiar con una avalancha de infectados así, resultado de una negligencia criminal.
    Lo de los recortes en sanidad es más que dudoso. Y además ese argumento, en esta epidemia, no justifica nada. Una letanía que el gobierno y sus cuadrillas utilizan miserablemente para exculparse de su enorme responsabilidad ¡y cargársela a otros!
    No hay palabras para calificar a esos canallas.

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  2. Como dice el anterior comentario, lo de los recortes en Sanidad es un argumento tan manido que ya atufa.
    Más bien, opino yo, que lo de «asistencia médica gratis para todo el mundo» sea quien sea y proceda de donde proceda, puede tener mucha culpa de que los recursos no hayan sido suficientes, ni sean suficientes para afrontar los gastos que, una cosa como la que nos ha invadido, pueda llevarnos a buen resultado.
    Son los gastos en Sanidad, una millonada, que se dedican a la atención de miles y miles de personas que no han cotizado, ni cotizarán nunca en España, los que dejan sin recursos al sistema, por mucho que la Administración aumente el presupuesto a estos menesteres.
    Y no es racismo.

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