A tu vera

Por: Daniel Calixto Garrido.

A tu vera, decía la canción. A tu vera me dijiste tú, pero el tiempo pasará y tú estarás lejos y nuestros besos se habrán perdido en las noches infinitas de los tiempos. Recuerdo, como si estuviera sucediendo ahora mismo, aquella fría y lluviosa noche de Povedilla cuando cobijados en mi vieja gabardina compartíamos la caricia y el beso a la puerta de la casa en la que estabas hospedada. Y recuerdo, como si acabara de suceder, a aquel buen hombre, al que todos conocíamos como Alfonso “El Molinero”, que saliendo del mismo edificio nos dijo: “Qué hermosa es la juventud.” Yo… 17 años,18 tú, pero locos los dos por estar, tú a mi vera y yo a la tuya. Tú eras la maestra de escuela del pueblo que había venido desde… no recuerdo donde, yo un mal estudiante que todo lo había dejado para ejercer de gamberro. Y seguía lloviendo y lloviendo, pero eso qué importaba, lo esencial era nuestro intercambio de acercamientos, nuestro profundo besar y el sentir tus manos mojadas por la lluvia junto a las mías en un abrazo que erróneamente creíamos con ilusión que sería eterno… eterno, eterno.

Apenas duermo por las noches por esto del coronavirus, no sé si son los nervios, pensando en mi esposa, que por precaución duerme en otra habitación, pensando en mis hijos y en mis nietos a los que no veo desde hace mil años. Pensando en mis amigos y en mis compañeros de Universidad… pensando en ti, sin saber si vives todavía, la maestra de escuela de Povedilla, mi pueblo inolvidable de la Sierra de Alcaraz… y pensando que lo de a tu vera de la canción sería una línea recta sin final entre tú y yo, pero que todo quedó eternamente en el recuerdo y en la nostalgia.